En el día a día, ya sea en el trabajo, el colegio o realizando tareas cotidianas, nuestra espalda y cervicales suelen resentirse. Las malas posturas, movimientos bruscos o el estrés acumulado pueden causar contracturas, lumbalgias y otras molestias musculares que afectan nuestro bienestar.
Prevenir contracturas con simples hábitos
Practicar estiramientos diarios, inspirados en disciplinas como el yoga o pilates, puede ayudarte a prevenir estas dolencias. Movimientos suaves mejoran la flexibilidad, relajan los músculos y reducen el riesgo de sufrir tensiones. En la infografía que te mostramos a continuación, encontrarás ejercicios clave para cuidar tu espalda y cervicales.
Cuando aparece el dolor: el poder del calor
Si la contractura ya se ha producido, el calor es un aliado eficaz para aliviar el dolor y favorecer la recuperación. Aplicar calor seco con almohadillas eléctricas, relaja la musculatura, aumenta el flujo sanguíneo y reduce la presión arterial. Estas son algunas de las dolencias que puedes tratar con calor:
- Artrosis cervical
- Lumbalgia
- Dolores menstruales
- Reumatismos
- Ciática
- Tendinitis
- Dolencias dorsales
Cómo aplicar el calor correctamente
Para obtener el máximo beneficio, sigue estas recomendaciones:
- Aplica calor seco entre 10 y 30 minutos por sesión, dejando intervalos de descanso entre aplicaciones.
- Asegúrate de que la temperatura sea agradable; un calor excesivo puede ser contraproducente.
- Utiliza dispositivos cómodos y prácticos como almohadillas eléctricas, que se adaptan a distintas zonas del cuerpo.
Consejos específicos para molestias cervicales
¿Pasas mucho tiempo frente al ordenador o estudiando? Estas posturas prolongadas pueden causar rigidez en las cervicales, mareos e incluso dolores de cabeza. Sigue estos pasos para aliviar el malestar:
- Aplica calor seco varias veces al día o antes de dormir.
- Realiza estiramientos y ejercicios suaves para aumentar la movilidad de la zona.
- Consulta a un fisioterapeuta si el dolor persiste o es muy intenso.
- Mantén una buena postura, elige una almohada adecuada y afronta las tareas diarias con calma.
¿Qué hacer ante una lesión muscular?
En caso de una lesión deportiva reciente, aplica frío en las primeras horas para reducir la inflamación y aliviar el dolor. Transcurridos unos días, el calor puede ser útil para relajar los músculos y mejorar la circulación, especialmente antes de realizar estiramientos.
El calor es una herramienta sencilla y eficaz para tratar contracturas y dolencias musculares habituales. Usado correctamente, en combinación con buenos hábitos posturales y ejercicio regular, puede marcar la diferencia en tu calidad de vida.
Recuerda que cada tipo de dolor tiene su tratamiento específico, y saber cuándo usar calor o frío es clave para una recuperación efectiva. Si existen dudas o el dolor persiste, es recomendable visitar a un especialista. ¡Cuida tu salud muscular y siéntete bien todos los días!